jueves, 27 de enero de 2011

Una nariz fotográfica

Una de las cosas más decepcionantes es oler un gofre y luego pegarle un mordisco y descubrir que huele mucho mejor de lo que sabe. Pensé que era algo que sólo me pasaba a mi, pero por lo visto no, le ocurre a mucha gente. Si es así no entiendo cómo sobrevive la industria de los gofres, porque el último que yo compré debió ser allá por 1992.
Lo mío con los olores y las decepciones es algo que ya se ha vuelto tan habitual como ridículo. Tengo una nariz un tanto especialita y, al igual que la memoria, podríamos decir que es fotográfica. Me viene un olor y acto seguido me viene a la cabeza una imagen con la que la relaciono. Normalmente mis recuerdos olorosos son de bastantes años atrás.
El problema está cuando se trata de una colonia. La huelo (sin querer, conste que nunca es a propósito), te haces una imagen en la cabeza, te das la vuelta buscando el olor y tachán! No se parece en nada a lo que tu tenías en mente. Pues cuando resulta que la colonia en cuestión ha sido la seleccionada como la fragancia del año, la regalan por ir a comprar el pan o algo así, porque resulta que la gente se ducha en ella.
Así, no es raro verme por la calle poniendo cara de ser un perro olfateando una pieza, luego se me queda la jeta como si me hubiera encontrado un cadáver en estado de putrefacción y, finalmente, soltando un suspiro de esos que parece van a ser el último aliento. Pues con esas pintas llevo ya varios días.
Me voy a seguir con mi búsqueda de un remedio para anular mis capacidades olfativas, al menos mientras ande por la calle.

jueves, 13 de enero de 2011

Siempre serás mi príncipe

He tardado lo suyo en volver a escribir en la blogosfera, pero la verdad es que tenía ganas. Me entraba el gusanillo cada vez que venía a leer algunos blogs de los que sigo y al final he sucumbido. Por eso y porque alguien lo ha hecho posible. La peazo plantilla de este blog es gracias a Sergio, así que como no podía ser de otra forma, la primera entrada va dirigida a el. Tengo que recuperar el ritmo, así que va a ser cortita.
Fue el primero con el que entablé una relación en la blogosfera. El 8 de abril de 2008 (sí, acabo de tirarme veinte minutos buscándolo). Casi tres años y parece que fuera ayer. Así no es de extrañar que sea de los pocos capaz de retener algunas de esas ideas chorras que se me pasan por la mente de vez en cuando y no puedo evitar plasmar por escrito.
Hace unos meses conseguí que se reenganchara al Facebook (¿acaso lo llegaste a dudar?), incluso nos fuimos a comer juntos y nos conocimos personalmente, algo que no deja de ser raro. Siempre imaginé que nuestro primer encuentro sería en uno de los pasillos de Fnac peleándonos por un libro de Marian Keyes o una película de Sexo en Nueva York cual marujas luchan por un jersey de El Corte Inglés el 7 de enero.
Es mi diseñador gráfico de cabecera, aunque no consigo que haga la web que yo quiero. Y yo estoy segura de que me convertiré en su personal shopper. Tiempo al tiempo. Bueno, mejor dicho su asistente de moda, porque si un muffin es una magdalena un personal shopper no deja de ser un asistente de toda la vida.
 

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