martes, 7 de junio de 2011

Mi palabra favorita del español es...

El Instituto de Cervantes repite este año una iniciativa puesta en marcha en dos ocasiones anteriores y que desde un primer momento me llamó mucho la atención. Antes no había participado pero ahora, ha sido verlo en el Telediario, y allí me fui. Se trata de buscar, entre los internáutas, la palabra favorita del español.


Una treintena de personalidades de habla hispana (entrenadores de fútbol, cantantes, escritores, periodistas,...) son los que sugieren su palabra y a partir de ahí los demás escogemos. Hay opciones para todos los gustos, pero la mía ha sido la de Boris Izaguirre: murciélago.
Al margen de mi pasión por los vampiros y figuras de la noche la palabra en si me parece preciosa, muy musical. Es larga, esdrújula y cuenta con todas las vocales (una cosa que me fascina desde pequeña). Conste que la decisión no fue fácil, añoranza. Querétaro, libertad, resplandor, flamenco o madre son algunos de los otros términos que se encuentran en la lista.
El plazo para participar finaliza el próximo 18 de junio (día en que en todo el mundo el Instituto Cervantes celebrará actos lúdicos) y basta con entrar en la web del Día E. Yo de momento ya he aprendido que meliflua (la palabra favorita de Shakira) es un adjetivo que sirve para definir aquello que tiene miel, es suave, delicado o tierno.

domingo, 5 de junio de 2011

Maldita memoria

Tengo una memoria prodigiosa para las mayores tonterías del mundo. Almaceno datos totalmente inútiles durante años y años. Y la cosa mejora aún más cuando se trata de números. De algoritmos y series no sé nada, pero recuerdo números de teléfono de amigas de la infancia, de antiguos compañeros de trabajo o las matrículas de los coches de gente con la que he estado muy apegada. Eso no quita para que sea incapaz de memorizar el número de móvil de mi madre.

El principal problema radica en que hay determinadas series que no querrías recordar por nada del mundo. Tanto que las eliminas de todos los sitios posibles (móviles, agendas), pero ni con esas se te va. Da igual que haga seis meses que no marcas ese número, da igual, porque no se te va de la cabeza.

Pero lo peor es cuando una lleva una temporada orgullosa de si misma porque ha conseguido olvidarse de ese número. Mira que bien, poco a poco hay cosas que pueden superarse: ya no me acuerdo de tu número, así que no me acuerdo de ti.


Pues un día, así de repente, cuando estás sin nada en lo que pensar te pones a toquetear el teléfono. Y mira tu por donde te pones a jugar con las aplicaciones y tus contactos y casi sin darte cuenta acabas marcando un número. Ahí están nueve cifras, una detrás de otra y exactas. Te salen todas, de carril y sin siquiera pensarlo. Te das cuenta con tiempo suficiente para no darle a la tecla verde, pero aún así consigues que tu maldita memoria te amargue un domingo completo.

miércoles, 1 de junio de 2011

Y si me hago un blog nuevo....

El 9 de mayo dije que iba a hacer dos entradas al mes y oh, sorpresa! Estamos a 1 de junio. (Esta entrada es de ayer, pero después de horas rebanando la cabeza he descubierto que no podía publicar teniendo internetexplorer8.0 y me he pasado a Google Chrome).
Mira que había pensado escribir sobre las elecciones, sobre el movimiento de indignados, sobre las razones por las que soy incapaz a leerme Carolina se enamora pero sí puedo verme una serie entera en una sola tarde. Y mientras pensaba y pensaba se me han pasado los 22 días que me había dado como margen. El que blogger se bloqueara varios días tampoco ayuda mucho.
Entre esos pensamientos se encuentra el último del día (bueno, de esta semana): voy a darle otro aire al blog. No, no voy a cambiar la estética que me encanta, sino a dotarlo de contenidos. El nombre de coctelera rosa viene de que son muchas las temáticas que me rondan en la cabeza y que quiero tratar y también de lo más diversas. Me encanta la literatura, la cocina, el periodismo, las series, los potis y la moda. Pero como no soy capaz a decidirme de que escribir acabo montando estos barullos que se pueden leer aquí y que no llegan a ninguna parte.
¿Y si empiezo un blog de series? Buff, no voy a poder dedicarle tanto tiempo como quisiera. Además, para eso en SeriesdeBolsillo me dejan escribir de vez en cuando. Y mira que siento tenerlas tan abandonadas.
¿De periodismo? No, que me paso el día metida en ello e iba a acabar chiflada. Lo reconozco me encanta mi mundo, pero no te puedes pasar el día intentando resolver enigmas ni denuncia públicamente todas las atrocidades del mundo (no por falta de ganas, sino porque hay muchísimas)
Así que me pasé al lado superficial. ¿Y si hago uno de potis y hago caso a ciertas vocecitas? Es factible, pero hay que tener en cuenta que no pienso hacer vídeos para Youtube y últimamente estoy a potidieta, así que no creo que tuviera mucho interés hablar de mi escasa colección de maquillaje. De la cocina ni hablamos, porque últimamente no salgo de las tortillas francesas y carne a la plancha.
¿Qué me queda? ¿Moda? Pues sinceramente, y no me digáis porqué, pero es lo que anoche tenía más visos de hacerse realidad. El mayor problema es que sea cual sea la temática, si quieres hacerlo bien, requiere mucho tiempo, algo que sinceramente dudo que tenga.
Con esa idea me acosté y esta mañana me desperté tras haber soñado que tenía el pelo fino, insulso, sin gracia y que era feliz por no tener que depender del secador, las planchas ni la peluquería. Así que no consulté con la almohada qué hacer. Salvo que eso fuera una premonición para que abriera un blog contando mis odiseas de llevar el pelo medio decente al precio que sea.
No es justo, esto no es un post como Dios manda y encima llega un día tarde (como mínimo). Pero es lo que hay, de momento, así que me retiro a mis aposentos a decidir qué hacer.
 

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