domingo, 28 de diciembre de 2014

El decálogo de los buenos propósitos seriéfilos

La blogosfera seriéfila está llena estos días de listas con las mejores series del año, las peores, los actores más cachas, las actrices más hot,... y debe ser por el hastío que no he leído ninguna. Así que tampoco es plan de plantear la mía propia. En buena parte, seamos sinceros, porque mi memoria de mierda no es capaz de recordar qué vio allá por febrero y le maravilló y si How i met your mother acabó esta primavera o la anterior.

Así que lo que me he planteado es hacer un decálogo de buenos propósitos seriéfilos que se puede aplicar para 2015, 2016, 2033 y 2050 (si es que seguimos aquí y viendo series). Y no es para que los sigáis vosotros -allá vosotros- sino para que me los aplique yo. Creo que la voy a imprimir y pegar junto a la tele, que seguro me queda muy mona.
1. No hacer caso a los gurús. Esta norma se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida. Los gurús -sobre todo los que se lo creen y no lo son- no son una ciencia exacta. Son tan imperfectos como tú. Que a ellos les parezca perfecta una serie no quiere decir que a ti te vaya a gustar. Se han dado casos en que supuestas joyas de la televisión a mi me aburren soberanamente. Ejemplo: True detective.

2. La gente que ve series (y escribe de ellas) en Madrid no es gurú ni más lista que los de provincias ni sabe más de series que ellos ni seguramente haya visto tantas. Se han dado casos (The wrong mans, London irish, Happy valley, Outlander,... no sigo por no aburrir) en que fueron series 'descubiertas' (y publicitadas hasta el hastío en Twitter) por gente de fuera de la capital meses antes de que en Madrid alguien buscara ese torrent. Busca en tu timeline seriéfilos de provincias y te asombrarás con todo lo que les saben.


3. Las cadenas de televisión son empresas, no son tus amigas. No les importa las reviews semanales que haces sobre cualquiera de sus series. Les interesa la promoción que puedas hacerles, sobre todo si es buena. Y quienes trabajan para ellas suelen tener interés en promocionar lo que han comprado (algo totalmente lícito). Así que cuando veas que tu timeline se llena de referencias a Transparent que ya se emitió hace semanas, piensa que por algo será. 


4. No ceder ante el hype. Conste que esto ya lo vengo aplicando desde hace más de un año cuando todo el mundo se empeñó en que Orange is the new black era la octava maravilla y yo le cogí tal tirria que no pienso verla en mi vida. El hype no es bueno, porque lo que consigue es crear unas expectativas muy superiores y luego el desencanto también es mayor. Mucho mejor dejarte llevar por lo que te puedan aconsejar quienes conocen tus gustos.

5. Reconocer tus gustos y sentirte orgullosa de ellos. No permitir que te menosprecien por lo que te gusta, ni hacérselo a otros. Mi serie favorita es Borgen. El día que la descubrí lamenté no haberlo hecho antes y sentí envidia de ser capaz de escribir esas cosas (y de vivir en un país como ese, políticamente hablando). Pero eso no quita para que esta temporada la serie que me alegra las noches sea Jane the virgin. Me río, me evade y hace que tenga ganas de más. Es entretenimiento puro y es lo que necesito en determinados momentos.
6. Ver series españolas. Y danesas, checas, francesas o de Lituania. Una serie no es mala por ser española. Al igual que una serie no es buena por ser norteamericana. Incluso mis adorados british alguna vez la cagan. Si realmente sacáramos porcentajes de cuantas series españolas y norteamericanas son malas ellos nos ganarían. La diferencia es que tienen una producción mucho mayor que la nuestra. Ve series españoles (Alatriste y Víctor Ros serán mis próximas) y si no te gusta déjala. Al igual que haces con las estadounidenses.


7. Si te gusta Sorkin puedes decirlo. Estás en tu derecho. Y si te gusta J. J. también, pero mi caso es el primero. Reconoce que tu autor de cabecera tiene cosas buenas y también defectos pero que al final te quedas con lo bueno que hizo en The newsroom. Discútelo, arguméntalo,... Una discusión puede ser sana, pero no hace falta insultar ni faltar al prójimo por ello.

8. Ve series con subtítulos en inglés. Podrás ver los capítulos antes, porque están primero que los subtítulos en español, y de paso algo de vocabulario se te pega. Tener el Google translate en el móvil es una ayuda. Que te has perdido varias frases, pues excusa perfecta para volver a verlo cuando estén los subtítulos en español como hago yo con Miranda. Y plantéate empezar a verlas en francés, a ver si así recuperas algo.
9. Puedes dejar las series si no te gustan. A casi nadie le pagan por ver series así que perder el tiempo con algo que no te gusta es lo más parecido a una tortura para muchos seriéfilos. Si no te convence Breaking bad por qué te has visto sus cinco temporadas.

10. Que no te guste algo de una serie no te hace peor persona, más tonto o un hater. Los gurús no son perfectos y las series tampoco. Pueden tener fallos en la trama, un personaje que no te guste o un giro dramático que te dé ganas de quemar todos los DVDs que te has comprado. Verlo y decirlo no te convierte en un monstruo o un hater, simplemente en alguien con criterio y objetividad. Y sí, esto va por The good wife y Alicia Florrick.

domingo, 21 de diciembre de 2014

10 motivos para vivir en pijama

Los pijamas son una de esas prendas que, según una va creciendo, se da cuenta de que nunca tiene suficientes. Cumpleaños, Navidad y cualquier otra ocasión que a madres, tías y abuelas se les ocurra es un buen momento para regalarte un pijama y tú tan contenta porque quién no querría vivir en pijama. A continuación la lista con diez motivos por los que deberíamos poder vivir en pijama -sin ser tildados de locos y recluidos en nuestra casa.

1. Son bonitos. Ese el principal motivo por el que tenemos y acumulamos pijamas. Son prendas divertidas, coquetas e incluso frikies que nos permiten expresar nuestra verdadera personalidad sin temor a qué puedan pensar los demás. Total, son pocas las personas que nos lo van a ver y, en ese caso, escogemos con cuidado el modelito a lucir.

2. A todas nos quedan bien. Y eso es mucho más de lo que podemos decir de cualquier otra prenda de ropa. Tapan las lorzas, evitan que se vea si nos nos ha dado tiempo a depilarnos e, incluso, si andamos por casa sin sujetador. No resaltan nuestros defectos porque están hechos especialmente para taparlos. Por eso, cuando vamos de compras y no encontramos nada nos compramos un pijama.

3. Tenemos una amplia selección que no nos han costado nada. Años y años siendo el regalo que cae en tu cumpleaños, Papá Noel o Reyes hace que todas las mujeres tengamos un gran alijo de pijamas. Además, como parecen invencibles duran años y años sin apenas alterarse lo más mínimo.

4. Son sexies. ¿Qué no? Haced la prueba y poneros la parte de arriba del pijama de vuestro chico. A ver si le gusta o no. Eso o echar un vistazo al catálogo de pijamas que tenía Blair en Gossip Girl.  También funcionarían. 

5. Están de moda. Y lo están porque salen en la tele, entre otras cuestiones.Mencioné antes los de Gossip Girl, pero también tienen un buen arsenal Jess de The new girl o Mindy, de The Mindy project.
Estos pijama-vaqueros también salen en la tele, pero no sé si están de moda.
6. Las fiestas de pijamas molan. Vale, esto también está sacado de la tele, porque en mi vida he asistido a una fiesta de pijamas, sólo las he visto por la tele. En mi época lo que se hacía era ir a dormir a casa de una amiga, sin mención alguna a la ropa que usarías.

7. Son cómodos y calentitos o cómodos y frescos en el caso de que estemos en la temporada de verano De cualquier modo son la prenda perfecta para mantener la temperatura ideal de nuestro cuerpo.

8.Conjuntan con otras de nuestras prendas favoritas. Aunque no te lo creas es cierto. Los pijamas conjuntan con la manta del sofá y las zapatillas de borreguillo, dos de tus prendas favoritas (algo que negarás en público). También quedan bien normalmente con chaquetas dos tallas más grandes y bufandas de cuadros.

9. Si viviéramos en pijama no haría falta de cambiarse de ropa al levantarse. Estaría bien visto pasarte el día en pijama en casa y darte una ducha para volver a ponerte otro pijama -que la higiene no está reñida con la comodidad.

10. Primark no existiría sin ellos. Los pijamas son una fuente de negocio. ¿Alguien se cree que la cadena de ropa irlandesa sería rentable en nuestro país si no fuera por los cientos de pijamas diferentes que sacan cada temporada?

domingo, 14 de diciembre de 2014

La burbuja de los blogs de moda, deseries,... El día que exploten todas

La burbuja de los blogs, la de los seriéfilos-reconvertidos por obra y gracia en críticos televisivos, incluso la de los community manager... Por suerte, y por desgracia, las he conocido todas, y a buen seguro que hay otras muchas que no he conocido de cerca pero que han surgido de un modo similar y tendrán un final parecido. Las razones que explican su nacimiento son las mismas y a buen seguro que el día que desaparezcan ocurrirá lo mismo: volveremos a ser como antes.
Los blogs se generalizaron hace más de 10 años y, sin embargo, ha sido en los últimos cinco o seis años que se empezó a hablar de burburja bloguera. Con los community manager otro tanto, al igual que los seriéfilos, que proliferaron a la sombra de la generalización de páginas de descargas y torrents. ¿Qué tienen todas estas burbujas en común? Que son gratuitas, siempre y cuando cuentes con una conexión a internet, y una forma de matar el tiempo.

Esto está relacionado con el hecho de que nacieron en el momento en que se gestó la gran crisis económica, con lo que eso significa: más gente, sin empleo sin nada que hacer y mucho tiempo libre delante del ordenador. Eso y la golosa idea de querer ser como Isasaweis: convertir un hobbie en un modo de vida. Algunos lo consiguen, pero lo cierto es que son muy pocos en comparación con la cantidad de personas que lo intentan.

Pero no pasa nada por intentarlo. Hacerse un blog es gratis, no exige ni siquiera un compromiso de publicaciones para poder tener tu propio espacio en la red, en la que ofrecer consejos, reviews y opinar como si fueras experto en la materia. ¿En qué materia? Eso da lo mismo. Porque puedes saber de maquillaje, de producción audiovisual e, incluso, de emprendimiento sin saber siquiera maquillarte, haber visto una serie que no fuera española ni estadounidense, ni, mucho menos, haber puesto en marcha un negocio por tu cuenta. De las blogers que se creen nutricionistas ya os hablé.

Eres capaz de aleccionar a todos sobre qué deben hacer en las redes sociales -al fin y al cabo eres un community manager porque tuiteas mucho-, cómo deben vestirse o qué deben contratar las cadenas de televisión, que han de seguir única y exclusivamente tu criterio para hacerlo. ¿Los motivos? Te crees más listo que otros y que tu opinión ha de prevalecer por encima de la del resto de mortales. El por qué lo crees es algo que aún no he logrado comprender, y mira que me intriga.

El problema no es que tú te lo creas es que haya quien te aleccione. Y con 'que haya' me refiero a empresas que tiran de blogueras de moda para promocionar en sus redes sociales lo mismo champú que tampones (quedé traumatizada con cierta actividad de Tampax, lo reconozco) o leche, cacao, avellanas y azúcar. 
En el mundo de los seriéfilos esto son las cadenas que invitan a actos a todo aquel que dice tener un blog de televisión por el mero hecho de que se escriba de su nuevo producto. En ambos casos ocurre lo mismo, que hemos llegado a un punto se les ha ido de las mano a quien invitar y ya no tienen cabida en los saraos tantos blogers como quisieran. También puede ser que hayan dejado de ser tan rentables como se creían y vale más invitar a dos que a 200.

Y a ver quién es el guapo que le explica a uno que es que su blog tiene 200 visitas al mes y la bitácora del de al lado 200.000 y por eso a él lo invitan y a ti no.Conste que yo, a la que no le va nada en este tipo de sarao lo he intentado varias veces y han acabado poco menos que mordiéndome.

Porque una cosa es que tu blog sea de andar por casa, pero otra el tamaño de tu ego. Hay veces que parece que cuanto más pequeño, más ego. Tanto que un bloger seriéfilo cobra en ego en vez de dinero -parece ser que hay algún otro que sí cobra en metálico.

Cuando no te recompensan económicamente ni tampoco cubren tus cotas de egocentricidad te desmotivas, ves que no es posible conseguir tu objetivo de convertirte en Isasaweis e, incluso, puede que para entonces hayamos salido de la crisis y hayas encontrado un trabajo al que dedicar tu tiempo. 

Y entonces será cuando explote la burbuja, cuando volvamos a ser como antes, cuando había especialistas y profesionales en ciertas materias cuyo criterio puede gustarte más o menos pero que, al fin y al cabo, son los que acaban marcando las tendencias.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Los 30 son los nuevos 20. Esa gran mentira

En el momento en que cumples 30 años todo el mundo te viene con la manida frase de 'los 30 son los nuevos 20'. Y a cada año que sumes te dirán que son 21, 22, 23,... Como a alguien se le ocurra decirme el próximo lunes que cumplo 24 no respondo de mi reacción. No, los 30 no son los nuevos 20 por mucho que os empeñéis por mucho que lo diga Yo Donna o SModa. Son mucho peor.
A los 20 años cualquiera dormía a pata suelta, se iba de juerga y empalmaba con el trabajo del día siguiente y era capaz de comerse un cachopo entero sin que se le cambiara el gesto (incluso a veces forzando entraba café y postre). Desde hace cuatro años es imposible que yo haga cualquiera de esas cosas (y otras muchas que no entramos a detallar), y como yo, casi todos los de mi quinta.

El despertarte sin ningún motivo a las 8 de la mañana un domingo y levantarte a hacer cosas que tienes pendientes o -lo que es aún peor- adelantar previsiones es de lo más habitual cuando pasas de los 30. Incluso aunque el día anterior hayas salido te vas a despertar pronto y no harás nada productivo, pero sí que te arrastrarás hasta el sofá porque tienes resaca.

¿Cómo voy a tener resaca si sólo me he tomado tres cañas? Pues sí amigo, uno es capaz de tener resaca con tres cañas y sin siquiera haber tomado ninguna. Dolor de cabeza, malestar en la garganta, un trancazo de campeonato por haber cogido frío (ya no tienes 20 años para salir en manga corta de los bares) o ardor de estómago porque no, cenar cachopo ya no es tan buena idea como lo era hace 10 años son síntomas habituales de un treinteañero que ha trasnochado.

Ya si te has convertido en un adorador de la vida sana -algo que ocurre casi nunca antes de superar la treintena- no tendrás resaca porque no saldrás, pero igualmente te levantarás a las 8 de la mañana (o aún antes) para salir a correr y tuitearás sobre lo bien que te sientes después de haber gastado zapatilla durante 10 kilómetros y la vergüenza que has sentido al encontrarte a unos medio borrachos de vuelta a casa. ¡Tú eras uno de esos borrachos hace 10 años!

El dormir estaba sobrevalorado con 20 años y con 30 años desearías poder pasar el fin de semana durmiendo. Acostarte el viernes a las 8 de la tarde y amanecer el lunes para ir a trabajar. Diversas causas te lo impiden: tener hijos, que en la mayor parte de los casos también creen que dormir está sobrevalorado; tener preocupaciones que te roben el sueño o ser autónomo y currar fines de semana y festivos, totalmente compatible con el punto anterior, incluso con el primero, para lo que ya hay que tener mérito.

Uno con 20 años vivía con papá y mamá, o a lo sumo en un piso de alquiler compartido y financiado por papá y mamá porque estás estudiando. A los 30 puedes encontrarte que aún vives con papá y mamá o que eres de los afortunados que puede pagar un alquiler o hacer frente a una hipoteca. ¿Te acuerdas que cuando tenías 20 esto te sonaba a persona realizada, madura, segura de si misma y centrada en la vida tener un alquiler o una hipoteca? Bueno, pues cuando cumplas los 30 ya verás que no. Principalmente son personas que echan muchas cuentas y a las que se les cae el pelo.
Y de paso descubrirás que has alcanzado, incluso superado, la edad de tus personajes favoritos de cine o televisión y ¿qué has hecho con tu vida? ni una tercera parte de lo que hicieron ellos. Cuando acabó Friends Rachel tenía 33 años. Ahora mismo yo soy mayor que Rachel. ¡Soy mayor que todos los protagonistas de Friends!

Rachel a mi edad ya llevaba años trabajando en Ralph Lauren y le había ofrecido un contrato jugosísimo en París. ¿Cuándo tuve yo mi mejor momento laboral? Pues antes de cumplir los 30 cuando además no había problemas en decidir que este finde me iba a cualquier sitio sin siquiera mirar la cuenta del banco. Los 30 no son los 20, sobre todo si el cambio de década te ha coincidido con una crisis económica.

Con 20 años te sabías el nombre de todas las canciones que salían en la radio y ¡hasta te comprabas discos! A los 30 te puedes saber el nombre de los potitos de tu hijo, de las tiendas de decoración más baratas o el de diferentes técnicas para recuperar viejos antiguos. El último concierto al que fuiste fue al de alguno salido de Operación Triunfo.

A los 30 ya no socializas tanto fuera de casa, te vuelves más casero y te has vuelto un manitas que lo mismo arregla una tostadora que hace manualidades. Con 20 no eras capaz ni de abrir el bote de mermelada cuando era nuevo, pero ahora las necesidades son otras. Y prefieres pasar el domingo acurrucado en el sofá con una película o un libro a salir a tomar algo. Por el mero hecho de no tener que renunciar al pijama. Sí, a los 30 el pijama se convierte en tu ropa favorita.

Los 20 no tienen las preocupaciones de los 30, ni los achaques de los 30. A los 20 te tiñes 'por cambiar el look' y a los 30 querrías no hacerlo pero tienes que tapar las canas, que cada vez son más. El maquillaje tampoco es opcional y te haces especialista en antiojeras. Es lo bueno que tienen los pijamas, que no necesitan de maquillaje ni antiojeras.



domingo, 30 de noviembre de 2014

Hola, me llamo Noelia y canto (berreo) mientras conduzco

"Hola, me llamo Noelia y soy adicta (entre otras cosas que no vamos a entrar a comentar aquí) a cantar mientras conduzco. Mejor dicho: berreo mientras conduzco, lo doy todo, me invento la letra, muevo brazos, piernas, cabeza y hasta caderas al son de la música y no dudo en gesticular cual si estuviera en un vídeo de Aerosmith -esta referencia va por el vídeo que viene a continuación".


Esa sería mi presentación en un un club de anónimos de cantantes frustrados. Es así, a mi me encantaría cantar bien. Si dos cosas envidio de la gente habilidosa es cantar lo suficientemente no tan mal como para hacerlo en la iglesia y saber dibujar. Soy negada para muchas cosas, pero estas dos son las que peor llevo y la primera en especial porque me encanta. Y aunque cante mal no puedo evitar hacerlo.

Mi nivel de mal cante y vergüenza propia y ajena llega a tal punto que no recuerdo haber cantado en público desde después de los 15 años (de eso hace más de otros 15 años). Y con cantar en público me refiero a hacerlo en misa. Mi Confirmación fue memorable porque movía los labios al tiempo que contaba las flores que habían puesto las monjas decorando el altar. Desde entonces no he vuelto a cantar en una iglesia. Mucho menos en cualquier otro espacio que no sea mi casa -cuando no hay nadie- y mi coche -evidentemente, cuando no hay nadie.

Yo tenía madera para ser cantante desde pequeña, todo sea dicho. Las canciones de Hombres G y Marta Sánchez las cantaba y las escenificaba a la perfección siendo un retaco. Mis padres flipaban por la buena memoria que tenía para las letras y los pasos y lo mal que cantaba. Aún así me apuntaron a un coro infantil (no sé cómo fui capaz a hacerlo) y hubo un momento en que me definieron como tercera voz. Las terceras éramos tan súmamente malas que la directora -que sí que era mala-, en algunos conciertos nos pidió que moviéramos los labios. Duré poco y aprendí eso de mover los labios.

Perfeccioné la técnica de mover los labios sin emitir un sonido porque se hizo habitual hacerlo al ponerme música en el walkman, discman y más recientemente ipod en un espacio donde hubiera más gente. Es más, sigo haciéndolo porque no puedo evitar cuando suena una canción que me gusta. ¡Qué desgracia la mía!


Hay gente que canta en la ducha. Yo no, en la ducha tengo ideas brillantes que luego se me olvidan así que no consigo nada. Lo mío es cantar en casa -para desgracia de mis vecinos porque no soy consciente del daño que hago a sus oídos- pero sobre todo en el coche. Y tengo un repertorio que para sí quisieran muchos. En el panorama nacional destacan temas de Rocío Jurado, Malú, Rocío Dúrcal o Ana Torroja. En otros idiomas -que en mayor parte me invento- encontramos canciones de Whitney Houston, Barbara Streisand o Carla Bruni. Facilitas.

Cuando canto me abstraigo y me centro en conducir y berrear de lo lindo. Lo hago pensando en que mi coche es un espacio seguro, que nadie puede oírme, ni mucho menos, verme escenificar las canciones. Hasta que descubrí que no, que mi coche no está insonorizado ni tiene los cristales tintados. Fui consciente de ello por las malas. Cuando estando en un semáforo dándolo todo con Celine Dion en un espectacular giro de cabeza descubrí a un conductor sonriéndome. Al menos fue educado y no se rió de mi.

¿Desde entonces he dejado de cantar? Pues no. Lo que hago es no cantar cuando me paro en un semáforo y lo hago mientras conduzco. Porque estando en marcha mi coche se vuelve un espacio insonorizado y con cristales tintados.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Me declaro fan de las cosas bonitas

Me declaro fan de las cosas bonitas. No sé si esto es bueno o malo. Es algo que sé desde hace un par de años. Una libreta con un bonito diseño, un washi tape con mis colores favoritos o el estribillo de una canción que me gusta y hace tiempo que no escucho son motivos suficientes para sacarme una sonrisa. Lo son ahora, no hace unos cuantos años, pero sí desde hace como unos tres años.

No soy una flower power ni creo que por ser positiva las cosas vayan a irme contrario -es más, pienso todo lo contrario, que el golpe va a ser mayor. Pero por circunstancias de la vida, la crisis de los 30 o quizás el tener más tiempo libre hicieron que descubriera el valor que hay en pequeñas cosas. Y decidí que el rosa volvía a ser mi color favorito (para vestir no, que el rojo me sigue favoreciendo más a la cara).

No sabéis lo feliz que puedo ser con un bolígrafo de colorines comprado en los chinos o la sonrisa que se me pone en la cara cuando aparece el mensajero en la puerta de casa. A algunos los tengo asustados, me consta, otros ya lo saben y se ríen. ¿Espiritu consumista? Un poco, pero no demasiado, que si me traen la compra no me emociono.

De un tiempo a esta parte he introducido en mi vocabulario palabras como lovely o cute. Sí, los anglosajones tienen cosas mucho más bonitas que nosotros. Eso no se puede negar. A ese gusto por las cosas bonitas se unió más tarde la afición al scrap. ¡La cantidad de cosas lovelys y cutes que puede escribir en Instagram y Pinterest, las redes sociales de las cosas bonitas por excelencia.

Más tarde llegarían los Do It Yoruself. Yo, una persona conocida por mi nula capacidad para hacer cualquier tipo de manualidad descubrió que en realidad sí había cosas que podía hacer. Con mejor o peor tino, pero que a fuerza de ensayo-error puedo ser hasta capaz de carvar un sello del que no se sienta totalmente avergonzada.

¿Lo mejor de todo esto? Que además de cultivar la lengua de Shakespeare buscando en webs y perfiles sociales del otro lado del charco descubres que las cosas bonitas, sobre todo el hacerlas, conforman una terapia antiestrés que, a ti al menos, te funciona mucho mejor que la relajación, el yoga o correr.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Qué hacer un domingo sin ganas (de trabajar)

Hace unos años el domingo era para mi el día de la semana más aburrido. No había gran cosa que hacer y la desgana hacía mella en mi, sobre todo si toca trabajar sin un horario fijo. Últimamente no es así, salvo excepciones. O quizás porque he encontrado varias cosas que hacer con las que conseguir que las horas pasen. No digo que sea más o menos divertido, pero sí que va matando el tiempo.

-Internet. Uno se da cuenta de que se aburre un domingo cuando no encuentra nada en internet que le interese. Los periódicos no traen reportajes interesantes ni encuentras post amenos en tus blogs más cercanos y ni siquiera hay consuelo en las redes sociales. Ya te has cansado de ver una y otra vez fotos de la paella que se ha comido la mitad de la gente a la que sigues en Instagram. Pero aún hay un par de sitios a los que acudir.

-Youtube. Ese fondo de sabiduría en forma de videotutoriales resulta de lo más adictivo. Yo, personalmente, puedo pasarme horas mirando cómo se construyen cajas de scrap que nunca seré capaz de hacer o vídeos de los mejores momentos de Miranda. Si nada de esto funciona busca trailers de las películas por estrenar o de los pilotos de series americanas si estamos en temporada.

-Pinterest. Esa red social que tenemos casi tan abandonada como Google Plus pero que nos da muchas más alegrías. Fotos de decoración, de peinados, de ciudades por visitar,... hasta de comida. Pero no, no son las paellas que aparecen en Instagram. Puedo pasarme horas (comprobado reloj en mano) yendo de pin en pin.


-Deja el ordenador y acércate a la tele. Puedes dormir la siesta con una de las películas de sobremesa, buscar  otra, o incluso una serie, en la que hasta el momento ni habías pensado. Si ya has agotado todas las opciones las webseries son una buena idea. Una temporada de Entre pipas dura menos de una hora.

-Aprende a cocinar. Lo mejor es que apenas tendrás comida en la nevera, así que olvídate de hacer todos esos maravillosos platos que has visto en Canal Cocina y te parecen tan fáciles. Tendrás que improvisar y acabarás pidiendo pizza para cenar. Al tiempo.

-Ya que estamos siendo osados: hacer ejercicio. Reconozcámoslo. Te lo plantearás y puede que lo consegas durante cinco minuto. Después abandonarás a causa de la dejadez que te invade.

-Otro reto: coge un libro y ponte a leer. Si la desidia no se apodera de ti y eres capaz de acabar el primer capítulo, mi enhorabuena.

-Descubrir nuevos hobbies. Aquí hay mucho entre lo que elegir: coleccionar sellos (aunque en domingo a ver dónde encontráis), buscar euros de todos los países en la cartera y bolsillos, aprender caligrafía o a dibujar. Para estas dos últimas los tutoriales de Youtube os serán muy útiles.

-Recuperar el blog que tienes medio abandonado y como no se te ocurre nada, escribir sobre qué hacer para perder el tiempo el domingo.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Culpo a películas y series por mis altas expectativas como periodista

Vale que el periodismo es una bonita profesión, vale que está idealizado por el 98% de la población (es decir, todos aquellos que no conocéis a un periodista) y vale que puede dar mucho juego a la hora de crear argumentos de ficción, pero ¿es necesario crear tales expectativas en torno a una profesión?

Ya os contesto yo: no. Las películas y series de los últimos 20 años han creado unas expectativas alrededor de lo que significa ser periodista que no se parecen en lo más mínimo a la realidad. Me diréis que sí, que la profesión de médico, de abogado y de bombero está también exagerada. Y yo os diré que sí, pero que no tanto.

No es algo solo de la industria audiovisual, sino del mundo en general. En mi primer día de clase en la Complutense nos dijeron que no nos preocupáramos por no entrar en el aula, que en segundo el 40% de nosotros no se matricularía. Las expectativas son tan altas cuando entras que la decepción que te llevas es de las que hacen historia. Y eso sin tener contacto con el verdadero trabajo.

Por suerte a mi me pilló ya con la carrera casi acabada y teniendo conocimiento real de la profesión de periodista cuando caí en la cantidad de mentiras que nos habían vendido las series y películas en las que aparece un periodista. Corrijo: una periodista. No me digáis porqué, pero con nosotras se ceban. Cualquiera que haya visto un par de películas románticas cada año querría ser periodista. Es lógico.

Y sí el caso más evidente de altas expectativas es el de Sexo en Nueva York. Lo habré comentado cientos de veces: una mujer que escribe una columna semanal en un periódico de forma freelance (y ésta no se ha topado nunca ni con la Seguridad Social ni la Agencia Tributaria ya os lo digo yo) no puede tener ese tren de vida, ni siquiera soñarlo. Y no lo digo yo, hubo quien echó las cuentas y Carrie debería tres billones de dólares.

Ahondando en el tema económico. Días atrás vi Gone girl, en la que los dos protagonistas son periodistas. Bueno ella escribe test para revistas femeninas y él artículos para publicaciones masculinas y tienen un casoplón propio de La Moraleja, al que se mudaron desde su espectacular piso de Nueva York. ¿Por escribir test, por muchos que escribas, puedes permitirte eso? Ya os lo digo yo: no.

En La boda de mi mejor amigo Julia Roberts era una crítica gastronómica que llevaba una buena vida. Vale, lo de ella cuela, lo de su mejor amigo NO. Un hombre que se dedica a cubrir la liga universitaria de baseball, lo que traducido a España vendrían a ser los partidos de fútbol de 3ª división, esos cuyas crónicas en la mayor parte de los casos ni se cobran, se hacen por amor al periodismo, al equipo o porque no tienen otra cosa con la que entretenerse los domingos por la tarde.

Para eso es más realista Shopaholic, una chica que trabaja escribiendo artículos vanales y no le llega el dinero para todo lo que se compra. Vale que se compra demasiadas cosas y muy caras, pero esa es la realidad. El dinero no llega. 

Sigamos con estereotipos de periodistas en el cine. Cómo perder a un chico en diez días. Tú quieres demostrar esa creencia y le pides a tu jefa, rodeada de toda la redacción, que te dé cancha para conseguirlo. Que durante las próximas dos semanas te vas a dedicar a eso. Diez años atrás ocurrió algo parecido en Algo para recordar con Meg Ryan en el papel de Kate Hudson y con Rosie O'Donnell como jefa. Ya sabéis lo que pasó en las películas, yo os narro la conversación que sería real:

REDACTORA: me intriga este tema (no dices que es personal por completo por si cuela) y podría dar para un bonito reportaje. Necesito unos días a mi aire y dinero para llevarlo a cabo.
JEFA: vale, en tu tiempo libre puedes hacer lo que quieras, pero no esperes que la empresa te pague las copas. (Lo dice ocultando una risa maligna porque sabe que no tienes tiempo libre).
REDACTORA: pero necesito todo el día, no puedo trabajar en otra cosa. (En ese momento tus compañeras desaparecen para evitar que les salpique el tema)
JEFA: tú verás, pero hay una lista de chicas tan listas como tú haciendo cola por tu puesto.

Ojo que ésta última frase a casi todos nos la han dicho alguna vez y jamás la habréis oído en la televisión. Como tampoco es cierto lo que muestran en El diablo viste de Prada que pasándolas canutas y comportándote como la esclava de tu jefa vas a llegar a algo. No, no llegarás a nada porque en unos meses acaba tu contrato y ya habrá otra que te sustituya. El mundo es así de duro. No es exclusivo del periodismo. Pero en nuestro caso cada año salen muchos de las facultades de Ciencias de la Información.

Pero si no eres titulado no te preocupes, que también puedes ser periodista y salir en la tele. ¿Has oído hablar de Bridget Jones? De su formación académica sabemos poco, básicamente que no sabe hacer la O con un canuto y respondiendo a un anuncio del periódico se convierte en redactora de la versión inglesa de Las mañanas de La 1.

Pero que tú lo que quieres es salvar el mundo. No pasa nada, en The ring una periodista y madre soltera para más señas lo consigue. ¡Y en el camino liga!

¿Se os ocurren más películas o series de ejemplo? Porque que conste que están han salido de repente, sin siquiera pensarlo.

viernes, 31 de octubre de 2014

Mamá, que soy una influencer, pero no sé de qué

Te seguimos la pista desde hace tiempo. Conocemos bien tu estilo, tu trabajo en el blog y tu presencia en las redes sociales. Sabemos cómo tu esfuerzo detrás y delante de ellas te ha convertido en quien eres para la comunidad.

Es el primer párrafo de un mail que he recibido hoy. Imaginaros mi cara de sorpresa (quien me conoce sabe que iba acompañada de tremendas carcajadas) cuando leí semejantes halagos hacia mi persona. A continuación me ofrecían participar en "la primera comunidad que une a personas relevantes de alta reputación online con las marcas que siguen y se sienten identificadas".

No es que no los merezca es que, seamos objetivos, no soy una influencer, como decían un poco más adelante en el mismo mail. Éste blog tiene unos números que no es que sean discretos, es que son de andar por casa. Vamos si fuera privado podría tener el mismo número de visitas. Eso sin contar que hasta hace unas semanas estaba dejado de la mano de Dios.


Tampoco soy influencer en las redes sociales, a lo sumo en una tengo un porcentaje alto de diferencia entre follows y followers, pero dista mucho de poder considerarse como de alguien influyente. Además, influyente en qué. Eso es lo que más me intriga y por lo que estuve a punto de contestar el mail. Por cierto, que no contactan por el blog ni por las redes sociales, sino a través de un mail que no aparece en ningún lugar público.

El blog es un cajón desastre en el que tiene cabida un poco de todo y mis redes sociales son un auténtico desbarajuste. Casi podría decirse que en función del perfil parezco diferentes personas. No tengo un problema de múltiple personalidad, es que tengo un Twitter profesional (comunicación), otro personal (básicamente escribo -y mucho- sobre series); Instagram es para las manualidades y las cosas bonitas; en Facebook apenas publico y Google Plus... Pues os podéis imaginar lo que me acuerdo del perfil de Google Plus.

Así que como tenía la mañana tranquila entré a cotillear la plataforma de influencers. Me he registrado y no he podido hacer mucho más que introducir mis datos, porque no puede ver ni a otros influencers ni a las marcas que supuestamente quieren contactar conmigo. Ni siquiera pude seleccionar las áreas que me interesan, apenas me piden una biografía, similar a la que uso en las redes sociales, y una descripción de cómo son mis seguidores.

Mis dudas siguen siendo las mismas que al recibir el mail: ¿de qué soy influencer? En ningún momento se especifica, ni en la web ni en el correo electrónico. Apenas he encontrado una referencia poco concreta a bodas ("ponemos en valor tu trabajo para que solo aquellas marcas que te interesan puedan encontrarte, acorde a tu estilo y forma de ver la vida y vivir las bodas") y otra a moda (no la puedo copiar porque su web me da error).

Se habla de que tendré la posibilidad de probar productos, de asistir a eventos de marcas (no sé si se han fijado en que soy de Asturias y aquí eventos, lo que se dice eventos...) y de conseguir dinero (imagino que como consecuencia de esa colaboración con las marcas). 

Vamos me he sentido como una bloger influyente, de esas que invitan a presentaciones de tampones, de cremas de cacao, avellanas y azúcar, y a los desfiles de la Madrid Fashion Week. Y claro, como toda bloger influence he tenido que escribir un post para que mis (ocho) seguidores lo supieran.

sábado, 25 de octubre de 2014

Pen friend en España: Palabras viajeras y postales viajeras

Todo el que me conoce sabe que me fascina todo lo que tiene que ver con la escritura, en especial cuanto menos informático sea. Me encanta escribir a mano y escribo muchísimo, no sólo por trabajo sino por gusto. La agenda electrónica está para guardar números de teléfono porque yo las citas las apunto con boli en una de papel. Las listas de lo que tengo que hacer las pongo por escrito -y no sólo por mi mala memoria- para poder poner ticks cuando las he acabado.

Prefiero escribir notas a mandar whatsapp y me horroriza que la gente deje de escribir, también la que escribe tan feo (esto no es que yo sea una egocéntrica, es culpa de quien me dice que tengo una letra bonita y no es para tanto). Tengo más bolis y plumas (uno de mis vicios más antiguas y más personales, porque cada pluma es distinta) de los que pueda llegar a usar en toda mi vida -y repito que escribo mucho a mano por mi trabajo. Así que había que darles utilidad y qué mejor que hacerlo apuntándome a un club de pen friend. No es así, sino que evidentemente me encanta enviar y recibir cartas y postales (otra cosa que colecciono), algo que ya prácticamente no se hace en estos días.
Hace unos meses empecé a leer que se recuperaba el fenómeno del pen friend, algo que era habitual cuando yo era pequeña porque no existía ni el correo electrónico ni el whatsapp, ni siquiera el sms. Aplaudí con las orejas, pero luego vi que estaba casi todo centrado en Estados Unidos (cómo no) y no encontré nada en España. Semanas después descubrí en Instagram #PalabrasViajeras y como os podéis imaginar allá que me fui de cabeza.

Empezó el pasado agosto y si no me equivoco somos más de 50 las chicas participantes -hasta donde yo sé no, no hay chicos. Cada mes se nos asigna una persona a la que escribir y se nos informa de los cumpleaños que hay en ese mes por si se quiere felicitar a las cumpleañeras. Luego cada una decide si quiere seguir intercambiando correspondencia con las chicas que ya ha conocido o no.

Hay que tener en cuenta que la iniciativa surgió en el entorno de gente que hace scrap, así que esto se convierte en una fiesta de manualidades con postales y regalos hechos a mano y preciosos chuches (no de los de dulces, de los de scrap). Vamos que Correos está encantado con nosotras y debería plantearse hacernos una rebaja o algo...
Yo estoy encantada con #PalabrasViajeras y ni que decir tiene que cada vez que encuentro un sobre decorado en el buzón doy palmas. Tengo al cartero mosqueadísimo con tanto sobre de colorines... pero agrada ver como puedes escribirte con gente a la que apenas conoces y lo que tienes en común (el scrap, la obsesión por el material de oficina,...).

Esta era una de las iniciativa pen friend que conozco en España. Otra es Postales Viajeras, a la que me apunté hace unos días y es algo diferente. Es fácil adivinar que aquí no son cartas las que se mandan, sino postales. Mejor dicho preciosas postales, en su mayoría hechas a manos o por diseñadores.

No es una vez al mes como #PalabrasViajeras, sino que cada vez que pides participar se te asigna una persona para hacer el intercambio. Las fotos que he podido ver por Instagram son preciosas y tengo muchas ganas de ponerme a trabajar en la que será la primera postal viajera que envíe. La iniciativa no está limitada a España, sino que se pueden intercambiar postales con gente de otros países.

Y buscando un poco más en este tema (reconozco que siempre quise tener un pen friend que hablara inglés a ver si así lo escribía mejor porque entender entiendo, pero formar frases completas y con sentido es otra cosa) encontré Pen friend club, que permite enviar cartas y mails (mucho más rápido), así que voy a seguir investigando.

sábado, 18 de octubre de 2014

¿Qué significa amigovio y por qué aparece en el diccionario?

Desde ayer no me puedo quitar esta pregunta de la cabeza: ¿qué significa amigovio y por qué aparece en el diccionario? Vale que la Real Academia de la Lengua Española actualiza el diccionario de vez en cuando e incorpora nuevos términos que han empezado a usarse y hasta ahora no estaban reconocidos, pero sigo con la duda de qué significa amigovio.

No hace falta ser un lince para pensar que sea la unión de dos palabras: amigo+novio, ¿es un sinónimo de follamigo? Es parecido pero parece ser que no. Lo que hace la curiosidad que una se va a internet a buscar qué significa esto de amigovio y lo primero que veo es que Google ofrece como búsqueda similar follamigo y que papichulo también entra en el diccionario.
Volviendo a amigovio. Por lo que he leído es un poco más romántico que nuestro follamigo. No sé si es que los latinos resultan menos directos que nosotros o porque realmente es una relación de amigos con derecho a roce que se queda en arrumacos y besitos. Por cierto, que en Twitter la RAE ha dicho que podría incorporar follamigo en próximas ediciones.

Hay que renovarse, eso es cierto, y actualizarse. Muy bien por la RAE en ese sentido, pero que se le dé la misma relevancia a palabras como amigovio, follamigo o papichulo que a wifi (han entrado las tres en la última actualización) no deja de ser cuanto menos curioso.

Papichulo a mi me recuerda a reguetón y a perrear, términos ambos que también aparecen en el diccionario de americanismos, pero no en el de la Real Academia Española. Así que me fui de cabeza a Youtube a ver qué encontraba de amigovios.


El vídeo es una canción de El gordito de Sinaloa (lo que a mi me recuerda a Los tigres del norte y La reina del sur), que se llama amigovios y explica a la perfección el concepto. También di con una serie con el mismo título, pero no llegué a pinchar porque se me metió la canción en la cabeza y no he podido sacarla aún.

martes, 7 de octubre de 2014

Sexo en Nueva York 3 ¿Qué podemos esperar?

Esta mañana nos hemos despertado con la noticia del día -no, no voy a hablar de ébola: podría haber una tercera película de Sexo en Nueva York. Jennifer Hudson habría dejado caer la posibilidad de una nueva entrega cinematográfica de las cuatro amigas y una encríptica conversación de Twitter (la de la foto) entre Kristin Davis y Sarah Jessica Parker podría referirse a la vuelta de Sexo en Nueva York.

Puede ser mentira -se ha hablado varias veces de la posibilidad de una tercera película- o puede ser debido a la neura de los últimos tiempoos de recuperar series que triunfaron años atrás con la idea de que volverán a hacerlo. En el caso de Sexo en Nueva York la primera de las películas no convenció demasiado y la segunda fue un desastre. ¿Qué podemos esperar de la tercera? No preveo nada bueno, pero sí que podemos especular.

En unas declaraciones Sarah Jessica hacía referencia a que había una historia de Carrie sin contar. Ojo, que la serie tuve cinco temporadas, se hicieron dos películas y después una nueva serie, The Carrie diaries sobre la adolescencia de la rubia. ¿Qué falta por contar? Hay que tener en cuenta, como bien apuntaba Sergio Mijares, que las actrices ya tienen una edad, así que no pueden volver hacia atrás, a la juventud de Carrie.
Así lo que nos queda es una nueva actualización de la vida de las cuatro amigas, al igual que se hizo en las dos películas ya existentes. En una Carrie se casaba con Mr Big y en la segunda el divorcio sobrevolaba el matrimonio y entraba en escena Aidan. ¿Qué nos queda ahora?

Hay que tener en cuenta que las fans de Sexo en Nueva York se dividen, básicamente, entre las que querían que la columnista se quedara con Mr Big y los que querían que lo hiciera con Aidan. ¿El modo de contentarlos a todos? Mr Big fallece y una Carrie viuda encuentra de nuevo el amor en manos del maderista.
¿Soy trágica? Sí, pero es que en las grandes tragedias es donde hay sitio para los grandes amores. No veo posibilidad de un divorcio entre los señores Big después de tantas idas y venidas. También podría ser que conociéramos a una Carrie madre y los hijos de Miranda y Charlotte (ya tendrá familia numerosa) serán adolescentes.

¿Podrían ellos ser los que cogieran el testigo? Pensando en el lado comercial de mantener la saga hasta la extenuación sería buena idea el ir pensando en cambiar de generación y que sean otros jóvenes los que centren la atención de una audiencia que también ha crecido. La idea reconozco que no es mía, la leí hace tiempo, pero no recuerdo donde.

De lo que tampoco me acuerdo es de las veces que se ha especulado con la posibilidad de una nueva entrega de Sexo en Nueva York. ¿Será esta vez verdad? ¿Merece la pena pensar en otra película viendo el batacazo de la anterior?


sábado, 4 de octubre de 2014

Peligro: blogers de moda que se creen nutricionistas

Desde hace unos meses asistimos a un nuevo fenómeno del mundo blogeril de la moda. La cosa va más allá de comprarse ropa para hacer una sesión de fotos y descambiarla al día siguiente o de exigir a las marcas el envío de determinados productos. Ahora las hay que por arte de magia, o por el hecho de ser blogeras de moda, tienen el título de nutricionista. Y su desinterés y amor hacia sus seguidoras es tal que se dedican a dar consejos a diestro y siniestro, sin que en ocasiones se lo hayan pedido.

Hacer dieta es un asunto tan viejo como la moda. Quien más y quien menos alguna vez en su vida se ha puesto a dieta, con mayor o menor fortuna. Y es normal que las blogers también se cuiden. Ojo, que no estoy hablando sólo de curvy girls que se ponen a dieta, las que no son curvy también han conseguido el título este de nutricionista por la vía rápida.

Que decidan cuidarse y hacer vida sana es de lo más normal y están en todo su derecho de comentarlo en su propio blog o en las redes sociales. Faltaría más. El problema radica en cuando conviertan a internet en un púlpito desde el que impartir lecciones de nutrición. Esto tiene un peligro: que generalmente no sabes tanto de nutrición como te crees. A eso se suma algo que es fundamental, lo que a ti te funciona puede que a otra persona la haga daño.

Con 33 años he hecho más dietas de las que pueda imaginar, incluso pequé durante un par de semanas con la milagrosa Dunkan. El resto de las veces lo he hecho siempre asesorada por médicos nutricionistas, gente que ha estudiado y tiene años de experiencia en el apasionante mundo de las dietas. De eso y de mi propia curiosidad he aprendido muchas cosas, truquitos y sobre todo he aprendido a conocer mi cuerpo.

¿Esto me da derecho a decirle a otra persona cómo hacer una dieta? No. Es mas en el caso de que me pregunten algo relacionado con esto siempre digo 'a mi me funciona hacer tal cosa, pero no sé si a ti'. No todos somos iguales, nuestros metabolismos son diferentes y al margen del ejercicio, que no conozco a nadie a la que no le ayude a perder peso, los alimentos no tienen los mismos efectos en todas las personas. Sin ir más lejos la lechuga, ingrediente estrella de todas las dietas, a mi viene mal porque retengo líquidos.

¿Se me ocurriría decirle a alguien que quiere adelgazar que no coma lechuga? Pues no, ni loca. Y mis redes sociales están  estaban (esta semana he hecho limpieza) llenas de gente que le dice a otra qué debe comer para adelgazar cuando ellas mismas se han puesto a dieta hace una semana. Hay blogers de moda que escriben detalladísimos menús, a réplica de los que ellas comen, para orientar a sus seguidoras a ponerse a dieta. Otras escriben recetas healthy y otras hacen fotos a modo de ejemplo de lo que has de comer.

Por no entrar en detalle y mucho menos hacer escarnio público comentar que bajo el hastag #healthylive me he encontrado imágenes de un sandwich con dos tipos distintos de salsas comerciales, sin una gota de verdura y acompañado de un refresco azucarado. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que eso es sano y práctico para bajar de peso?

Hay quien sí, a la vista de la cantidad de comentarios que todos estos post y publicaciones generan, sin tener en cuenta que los consejos pueden no ser tan efectivos y, lo que es peor, las consecuencias que pueden tener sobre su salud.

Una cosa es comentar qué tipo de fulares van mejor que los vaqueros o decir que este invierno se vuelven a llevar los labiales rojos y otra meterse a nutricionista. Son cuestiones en las que una puede ser más o menos entendida, pero que no van a ocasionar daño a quien decida seguir sus consejos. A lo sumo no sale tan bien conjuntada a la calle o desperdicia 20 euros en una barra de labios.

viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Por qué no hay series románticas y sí canales para chicas?

Puede que hoy tenga un día más tonto de lo normal o puede que el menú seriéfilo del día no haya ayudado demasiado a la situación. Para comer me puse (por segunda vez) con el piloto de A to Z, una serie que estrenan la semana que viene en Estados Unidos. Y la sobremesa fue para Ciega a citas, la serie de Cuatro que hoy llegaba a su fin. Eso unido a que he escrito un post sobre la primera de las series para Series de Bolsillo me ha dejado con una duda: ¿por qué no hacen series románticas y se inventan canales para chicas?
En el post en cuestión (aquí) no había sitio para tanta reflexión, así que me la he traído aquí. A to Z es una serie que narra la relación de un chico y una chica con grandes toques de romanticismo por parte de él y un argumento que bien podría ser el de cualquiera de las miles de películas románticas que nos ofrece -para mi gozo y el de muchos más- la industria cinematográfica cada año. 

Pensándolo mientras veía el primer episodio me daba cuenta de que he visto pocas series que se puedan tildar de románticas y puede que la más evidente fuera Vacaciones en el mar, que tiene la friolera de 37 años. No deja de resultar cuanto menos curioso, teniendo en cuenta que hoy en día se hacen series que tratan temáticas tan diversas como vampiros, hombres lobo, terror, misterio, policiacas,... Luego me he acordado de Diario de una doctora, una serie alemana con bastante años que también incluirse en este reducido club. 
¿Por qué no hacer series románticas y que no sean telenovelas? Me refiero a productos que vayan en la línea de las películas en que chico conoce a chica, se enamoran, se enfadan y al final se solucionan todos los problemas y se casan; sin más cosas alrededor que un embarazo sorpresa. 

El argumento no puede resultar más sencillo y a buen seguro que tendrían buena acogida. Para muestra la serie de la que os hablaba antes que hoy terminó en Cuatro, que aunque tenía ciertos aires telenovelados, suponía una vuelta de tuerca y agradaba a la audiencia a pesar del maltrato recibido en los últimos meses por parte de la cadena. Aquí una comparación entre Ciega a citas y las películas de Bridget Jones.
Teniendo en cuenta que hoy en día crean canales de televisión para chicas -algo que nunca entenderé partiendo de que no creo que existan series para mujeres- este tipo de propuestas serían ideales para llenar su parrilla. Su política es emitir productos pensados para el público femenino, qué hay más típico que crear que las comedias románticas son para chicas.

Entre el reality de novias que buscan vestidos espectaculares en Beverly Hills y los programas de reformas en arreglan casas que son una ruina en cuatro días y triplican su valor iría perfecto uno o dos capítulos de este tipo de series. ¿Si en las películas, incluso en la literatura, esta temática funciona, por qué no iba a hacerlo en la televisión?

Hablando de los canales femeninos (este adjetivo suena aún peor), ¿sabéis que en España tenemos cuatro de estos canales? Pronto se pondrá en marcha Fox Life y acompañará en la parrila a Cosmopolitan, Divinity y Nova. De momento sólo hay un canal masculino, que es Energy. ¿La paridad no era esto, verdad?

martes, 16 de septiembre de 2014

Estar soltero engorda

Con la cantidad de estudios de todo tipo que existen hoy en día no he encontrado explicación científica al titular de este post. No por ello es menos cierto. Más de 30 años de soltería demuestran que es cierto: viviendo sola, o solo, se come más que en pareja.

Olvidaros de la creencia esa de que los hombres echan barriguita cuando se casan y que las mujeres dejan de cuidarse en cuanto han entrado en el vestido de novia. Tan poco cierto como que cuando se está soltero uno cuida más su alimentación para resultar atractivo a los demás. Bueno, esto último pudiera ser, pero no se lo ponen nada fácil. 

Y no estoy hablando de la relación que existe entre emociones y comida, por la que cuando estás triste por no tener novio te pones hasta el moño de helado y patatas fritas. No, hablo de cosas mucho más simples, como el hecho de hacer tres comidas a lo largo del día con una mínima dignidad.


Para comer solo en un restaurante tienes que armarte de valor -más que para ir sin acompañante al cine, llevarte un buen libro/ebook/móvil o cualquier dispositivo que te permita permanecer absorto en algo ajeno a las miradas que te lanzan por estar solo. Luego prepárate a analizar la carta con todo detalle a ver si hay posibilidad de que te pidas un entrante o un postre junto con el plato principal.

Ya te lo digo yo: no la hay, salvo que lleves un día sin comer y puedas hacer frente a aperitivos cuyas cantidades son para compartir, entre dos, tres e incluso cuatro personas; o un postre que contenga las calorías necesarias para alimentarte durante dos días.

Pues nos quedamos en casa. ¿Habéis probado a pedir comida a domicilio para uno sólo? Yo hace años que desistí en el intento. Me busco alguien para compartirla o procuro que sea algo que se pueda conservar para el día siguiente. En caso contrario acabo teniendo la sensación de que soy Miranda (Sexo en Nueva York) y que quien está al otro lado se ríe de mi como ésta.


A mi nunca me han dicho eso de que pido lo mismo todos los días, pero sí que si no quiero nada más. Un ¿nada más?, ¿nada más? que suena a como si te estuvieran echando en cara que no tuvieras nadie con quien compartir la cena. Conclusión: pides por dos para evitar que al otro lado del hilo telefónico no crean que estás solo.

Pero no es que los operadores de comida china se pongan en plan hater con los solteros. Las empresas de comida preparada del súper también. Todo son raciones para dos, desde unos tristes macarrones al queso hasta las pizzas frescas. Y ya que cenas/comes solo, ¿vas a dejar la mitad del plato para luego, cuando sabes que no va a haber quien lo coma? Pues no, te zampas las dos raciones y te quedas tan ancha.

Y digo yo, en la época en la que los singles son un fenómeno social ampliamente reconocido, y hasta reivindicado, ¿por qué no hacen raciones de comida individual?

domingo, 7 de septiembre de 2014

Vuelta a la rutina, que vuelve con sorpresa

Por lo general la gente hace propósitos el 1 de enero (perdón, al día siguiente) o el 1 de septiembre. Yo soy de las que llega tarde a eso de preparar los propósitos y lo que hago el 1 de septiembre, con eso de volver a la rutina, es empezar a pensar en mis nuevos propósitos para el curso/temporada/año/franja previa a las próximas vacaciones. También leer (y reírme mucho) con artículos en que te dan consejos para hacer más amena y divertida la vuelta a la rutina.


No es que yo sea así de dejada, es que el 8 de septiembre en Asturias es fiesta y, seamos francos, no compensa ponerse a pleno rendimiento cuando sabes que tienes un puente por delante. Así que así me encuentro yo hoy, envuelta en la vuelta a la rutina un día antes de lo previsto.

Ya anoche me sentía yo demasiado productiva mirando cosas atrasadas y esta mañana he empezado a organizar y gestionar cosas. Una mañana de domingo dedicada a eso. Y entre las cosas que había que revisar estaba el blog. Qué hacer con el blog, concretamente. Pues a echarle un ojo. 

Vuelven, como no, los propósitos de actualizar de seguido, darle cierta continuidad y quizás, incluso, centrarlo en una temática concreta (alguno que yo me sé estará así o_O al leer esto). Vamos mejorando, porque lo que he desechado por completo es cambiarle la imagen. Con lo que me gusta a mi la máquina de escribir rosa.

Y ahí fue donde me encontré la sorpresa: han desaparecido todas las fotos del blog. Bueno que quizás sería más adecuado decir que he hecho desaparecer todas las fotos del blog con mi extrema necesidad de tener limpio el móvil y tener espacio libre. ¿Para qué quiero tener aquí las fotos de los blogs? Todas eliminadas. Y mira que me llevó tiempo y trabajo, pero...

Así que ahora no me ha quedado otra que en actividades de vuelta a la rutina está: recuperar fotos borradas de todas las entradas. Cosas de volver un día antes. Ya tuve tarea.

domingo, 5 de enero de 2014

Hatufim, para descubrir un poco de Israel

Me echaron ayer en cara que cómo podía ser que escribiendo en varios blogs y dando guerra a otra gente para que se hiciera el suyo propio no tuviera un blog propio de series. La respuesta es la habitual en estos casos: no me da la vida (lo cual es muy cierto), acompañada de puedo escribir de series siempre y cuando quiera en mi blog. Anda, mi blog, a ver desde cuando no escribo.... el verano pasado.

Pues bueno si hay que escribir en un blog propio de series se hace, qué problema. Y, ¿de qué escribir? Pues de los propósitos seriéfilos de Navidad. Que sí, que la gente piensa en propósitos cuando empieza el año nuevo, pero yo me los propongo cuando hay vacaciones en el calendario seriéfilo y qué queréis que os diga, los cumplo mucho mejor que eso de mejorar el inglés y ponerme a dieta.

Teniendo en cuenta el mal ritmo que llevaba esta temporada de series temía que en Navidad no pudiera cumplir ni la mitad de lo previsto. No ha estado mal porque incluso he introducido alguna serie que no estaba prevista. Pero a lo importante: ¿qué es lo mejor que he visto? Hatufim, esa serie en la que se basó Homeland y que no se parece en nada a Homeland.


Ahora es cuando llega el momento de soltarse el pegote de que he visto una serie israelí porque ya no me llega ni con las norteamericanas. No, no es por eso. Pero lo cierto es que viene muy bien ver qué hacen en otros países más allá de los EEUU y el UK. Que ya sabemos que lo hacen bien, pero tampoco se les da mal a los nórdicos ni, por lo visto, a los israelís.

El verano pasado lo dediqué a ver series noruegas y danesas y me gustó  mucho. Una vez acostumbrada a no entender nada de lo que dicen e ir leyendo subtítulos puedes descubrir cosas de lo más interesante. Y eso es lo que me he pasado con Hatufim. Más allá de la trama, que lo cuentan muy bien en sus blogs Mobius  y Ainhoa, sirve para descubrir un poco más de Israel más allá del drama que es la vuelta a casa de unos soldados que estuvieron retenidos durante 17 años como prisioneros de guerra.

Sí, soy una ignorante de la vida que poco más no sabe situar Israel en el mapa y tardó en enterarse de que el conflicto en cuestión era con Líbano. Bueno, lo de que hablaban dos idiomas diferentes tuvieron que decírmelo y ya luego me puse yo a investigar por mi cuenta.

En Israel son mayoría judíos, mientras que en Líbano musulmanes. Y en este último país hablan árabe, pero en el otro sobre todo hebreo. Escriben de derecha a izquierda, al igual que leen los libros (y yo el periódico), pero los números los escriben de izquierda a derecha y con nuestra misma grafía. ¡Un lío, vamos!

El servicio militar en Israel es obligatorio, igual que aquí antes, pero también para las mujeres. Ellos tienen que estar tres años y ellas sólo dos, pero ojo, que si estás casada te libras. También si eres madre, estás embarazada o eres religiosa.

Y uno de los grandes descubrimientos de esta serie es conocer algo del Mossad. Sí, que todos habíamos oído hablar de él, pero viendo lo visto, la CIA no les llega ni a la rodilla. Menudo trabajo que tienen y menuda involucración por parte toda la sociedad. ¡flipante!

Hatufim es un drama que se centra más en lo personal que en tramas sobre si se es o no espía y en las escenas familiares es donde acabas por enamorarte de la serie. ¿Por qué? Pues porque resultan bastante parecidos a ti y a mi, mucho más que Carrie, Brody y su extraña familia. Eso sí, tienen sus peculiaridades, como todo humano, porque ¿qué madre española después de tener 17 años secuestrado al marido iba a dejar que se llevaran a su hijo al servicio militar?


Yo imagino a la mía y deja sordo al primer ministro de las voces que le mete. Perdón, primera ministra, que las mujeres tienen rebaja en el servicio militar obligatorio, pero es una mujer la que manda en el país. Incluso llevan mechas en el pelo (menudo pelazo tienen, por cierto), algo que en Estados Unidos o el Reino Unido es prohibitivo (por lo que cuesta, conste) parece que en Israel no tanto. No es de extrañar teniendo en cuenta que la manicura y el maquillaje es impecable y la moda es de lo más occidental. La ropa de los hombres no, deja bastante que desear.

Después de todo lo bueno que tiene Hatufim, lo mucho que me ha gustado y lo que puedes aprender (sí, las series pueden ser divulgativas a veces) un pequeño apunte marujonil: que poco miran los israelíes (de los libaneses ni hablo) por la decoración, por tener arreglada la casa o el coche. Paredes rosas, escaleras que se caen a cachos,... Un horror, chica.

No sé para qué quieren que me abra un blog de series, porque mira qué rollo para acabar hablando de decoración.
 

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