La vida en el campo puede ser dura para un urbanita, incluso cuando solo va a un pueblo en vacaciones. O de visita.
No siempre es tan bucólico como se nos plantea y en más de una ocasión acabamos haciendo el ridículo de la manera más estrepitosa, a la par que divertida.
Con experiencias propias -y eso que soy de pueblo- y muchas ajenas he elaborado el decálogo de un urbanita para sobrevivir en el pueblo.