Hoy quiero confesar que yo veo series españolas... y norteamericanas y nórdicas y británicas, incluso italianas. Y este año me he propuesto firmemente ver alguna francesa aunque los subtítulos no están mucho por la labor.
Si me seguís en Twitter puede que se os acabe de caer un mito (¿cómo puede ver series españolas sabiendo apreciar la calidad de las extranjeras -estadounidenses, básicamente?). Si me conocéis algo más estaréis muertos de la risa porque, al igual que muchos vosotros, crecí viendo series españolas y luego descubrí las que llegaban de Estados Unidos. Nota mental: un día tengo que dedicar un post a La 2 y a Canal Plus en abierto.
Yo veo series. Puede que no entienda mucho o que
no tenga criterio tenga un criterio diferente a otros (ya sabéis de
mi adoración absoluta por las mamarrachadas) pero
lo que nunca he hecho ha sido juzgar una serie por su nacionalidad. Bueno, salvo que tenga que vérmelas para encontrar subtítulos. Que eso son palabras mayores.
Su argumento, sus actores, su estética... pueden hacer que me plantee ver o no una serie. Pero una vez que veo el primer capítulo lo que importa es que me guste, principalmente que me entretenga. Que a veces nos olvidamos que el objetivo con el que nació la televisión (y por ende todo lo que emite) fue entretener al público. Y si echo cuentas de manera proporcional abandono tantas series españolas como extranjeras.