La infancia, adolescencia y edad adulta vienen determinadas por la edad que se tenga y con más o menos acierto es fácil catalogar a una persona dentro de uno de esos periodos. Lo que no resulta nada sencillo es saber cuándo pasamos de ser una chica a ser una señora, con todo lo que ello significa.
Y todo lo que ello significa son cosas peyorativas, claro está. Una señora es alguien de 'cierta edad' que usa tacones y lleva el pelo cardado con suficiente laca como para ser responsable de la desaparición de la mitad de la capa de ozono. Eso en mi cabeza, aunque en la realidad debe ser que no, por la cantidad de veces que me lo han llamado.Bueno, no tantas.
Eso sí, se ha convertido prácticamente en señal de que debes huir o decir que no a tu interlocutor. Nadie te llama señora para ofrecerte algo propio de jóvenes, sino para planes de mayores o para comprar o para donar o para pagar. No falla. Eso o traen malas noticias.
Si te paran en la calle al grito de ¡señora! es que van a pedirte que firmes alguna petición o que te hagas socio de alguna ONG. En el banco te llaman señora y te tratan de usted cuando hay algún problema. Fíjate, si vas a la ventanilla a ingresar dinero o a hacer algún trámite te tutean.
Lo mismo a la hora de cobrar en un restaurante o atenderte en una tienda. Si la tarjeta de crédito no pasa o no tienen tu talla te llaman señora. En caso contrario tutean. Como si por tratarte de usted las cosas fueran a mejorar y te va a hacer menos gracia que no tengan los pantalones que tu quieres.
Cuando es precisamente al revés. Al tuitearte es más fácil conseguir el propósito. Es un tono más cercano y básicamente no te están poniendo años encima, que es lo que una piensa cuando la llaman señora y a la mínima de cambio se mira disimuladamente en el espejo en busca de arrugas.
En la cola del supermercado nadie te llama de usted si lo que quiere es pasar primero que tú porque sólo se lleva una barra de pan. Saben que si te llaman señora tienen las de perder, aunque hayas hecho una compra de señora de la casa y tengas el carro a reventar.
Y por cierto lo de señora de la casa ya es rizar el rizo. Llaman por teléfono preguntando por ella o a la puerta y en cuento oyes esas cuatro palabras cuelgas/cierras como si el mismísimo Satanás fuera el que te estuviera ofreciendo comprar el robot de cocina en cómodos 124 plazos.
La consulta del médico puede ser el único lugar en el que a partir de cierta edad te tratan de usted con indiferencia de que sea para darte noticias buenas o malas y reconozcámoslo, nos pone de los nervios porque nos hace presuponer lo peor. ¿Dónde quedó aquello de que una señora es una mujer casada y mientras sigas soltera eres señorita?
Mi madre es una señora desde que la conozco (ella tenía 27 aunque yo no fuera ni consciente), al igual que mis tías y abuelas, pero yo no. En caso de tener que referirme a mi misma me referiría como chica. Ya he cumplido 34 años. Ni uso tacones ni me cardo el pelo. Laca a veces, pero de forma disimulada.
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