Hacer dieta es un asunto tan viejo como la moda. Quien más y quien menos alguna vez en su vida se ha puesto a dieta, con mayor o menor fortuna. Y es normal que las blogers también se cuiden. Ojo, que no estoy hablando sólo de curvy girls que se ponen a dieta, las que no son curvy también han conseguido el título este de nutricionista por la vía rápida.
Que decidan cuidarse y hacer vida sana es de lo más normal y están en todo su derecho de comentarlo en su propio blog o en las redes sociales. Faltaría más. El problema radica en cuando conviertan a internet en un púlpito desde el que impartir lecciones de nutrición. Esto tiene un peligro: que generalmente no sabes tanto de nutrición como te crees. A eso se suma algo que es fundamental, lo que a ti te funciona puede que a otra persona la haga daño.
Con 33 años he hecho más dietas de las que pueda imaginar, incluso pequé durante un par de semanas con la milagrosa Dunkan. El resto de las veces lo he hecho siempre asesorada por médicos nutricionistas, gente que ha estudiado y tiene años de experiencia en el apasionante mundo de las dietas. De eso y de mi propia curiosidad he aprendido muchas cosas, truquitos y sobre todo he aprendido a conocer mi cuerpo.
¿Esto me da derecho a decirle a otra persona cómo hacer una dieta? No. Es mas en el caso de que me pregunten algo relacionado con esto siempre digo 'a mi me funciona hacer tal cosa, pero no sé si a ti'. No todos somos iguales, nuestros metabolismos son diferentes y al margen del ejercicio, que no conozco a nadie a la que no le ayude a perder peso, los alimentos no tienen los mismos efectos en todas las personas. Sin ir más lejos la lechuga, ingrediente estrella de todas las dietas, a mi viene mal porque retengo líquidos.
¿Se me ocurriría decirle a alguien que quiere adelgazar que no coma lechuga? Pues no, ni loca. Y mis redes sociales
Por no entrar en detalle y mucho menos hacer escarnio público comentar que bajo el hastag #healthylive me he encontrado imágenes de un sandwich con dos tipos distintos de salsas comerciales, sin una gota de verdura y acompañado de un refresco azucarado. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que eso es sano y práctico para bajar de peso?
Hay quien sí, a la vista de la cantidad de comentarios que todos estos post y publicaciones generan, sin tener en cuenta que los consejos pueden no ser tan efectivos y, lo que es peor, las consecuencias que pueden tener sobre su salud.
Una cosa es comentar qué tipo de fulares van mejor que los vaqueros o decir que este invierno se vuelven a llevar los labiales rojos y otra meterse a nutricionista. Son cuestiones en las que una puede ser más o menos entendida, pero que no van a ocasionar daño a quien decida seguir sus consejos. A lo sumo no sale tan bien conjuntada a la calle o desperdicia 20 euros en una barra de labios.
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