lunes, 9 de enero de 2012

La libreta roja de la coctelera

Lo de año nuevo vida nueva a mi este año me está viniendo que ni al pelo. Pero como esos cambios son malos y es aún peor darle tantas vueltas a la cabeza con el tema voy a centrarme en el propósito que me marqué antes de que acabará 2011 (nunca pensé que iba a desear que volvieras): recuperar el blog, con mayor continuidad, y dedicar más tiempo a hacer lo que me gusta.

Una de las cosas que más me gustan en este mundo es leer (aunque he de reconocer que cada vez lo hago menos, porque no me llegan las 24 horas que tiene el día), seguida de escribir. Es por ello que estudié periodismo. Mi vocación por ser plumilla llegó cuando empecé a trabajar en ello; antes lo único que quería era escribir. Y ahora lo hago mucho. En el trabajo, en los blogs, para mi...

Problema: la inspiración es un poco traicionera y no siempre aparece cuando se la llama. Y un escritor sin inspiración (da igual que seas un novelista que un periodista de provincias) no es nada, os lo puedo asegurar. Las musas, como cantaba Serrat, no suelen venir cuando las necesitas, sino cuando menos te lo esperas o en los momentos más inoportunos. Y las ideas se te suelen olvidar para cuando te pones con ellas.

Es por ello que a partir de ahora (esta mañana ya lo hice) aprovechando que suelo andar con maxi bolsos voy a añadir un elemento más a todo el lote de cosas que llevo conmigo: una libreta. ¿A que os esperabais otra cosa? Aún así, ¿no me digáis que no es mona?


Eso de escribir en las servilletas de los bares es muy romántico pero poco práctico (¿os habéis dado cuenta de que desde que empezó la crisis las racanean mucho?)y lo de apuntar las cosas en la blackberry ni os cuento, porque luego no me acuerdo donde están guardadas las notas. En mi libreta quedará todo mucho mejor y, sobre todo, más organizado. Me falta crearle secciones.
Así que he decidido volver al estilo tradicional de lápiz y papel. En este caso libreta roja con páginas en blanco para no estar limitada por las cuadrículas ni las rayitas. Y el lápiz lo cambiaremos por una pluma, que he de confesar que hoy se me olvidó meter en el bolso.

Desde ahora no habrá idea o inspiración que se me resista y en cuanto me llegue a la mente podré escribirla rápidamente. Eso incluye cosas para pasar luego al blog o a textos propios. Incluso podré improvisar la lista de la compra, que hay que reconocer que cada vez tengo menos memoria.

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