miércoles, 8 de julio de 2015

Cocineros al volante, parad el food truck que yo me bajo

Un reality gastronómico, divertido para el verano y aprovechando el tirón de las food truck. Cocineros al volante tenía todos los puntos para ser seguir la estela dejada por Masterchef los martes por la noche en La 1. Incluso se traían al ganador, Carlos, haciendo tándem con su padre en una de las roulots gastronómicas.

Pues no ha funcionado. Cocinero al volante, parad el food truck que yo me bajo. Si hace unos días decía que uno de los problemas de Masterchef era mantener el ritmo el nuevo programa carece totalmente de él. Ni ritmo, ni empatía, ni pruebas con gancho ni asesores gastronómicos, a la vista de lo visto en su primer programa.

La ruta de Cocinero al volante empezaba en Asturias y lo hacía con dos platos punteros -a la par que nada recomendables para preparar y servir en una food truck: cachopo y tortos. Para los que no conocéis los tortos solo os diré que es la próxima fase de la reconquista asturiana cuando os canséis de comer cachopos.

Vistas espectaculares de Ribadesella. Prao verde, vacas pastando y un mar Cantábrico precioso. No es amor de patria es que lo que es guapo lo es y encima hacía buen tiempo. La cosa empezó bien hasta que se metieron en las cocinas de las roulots.

A los concursantes les dan una pieza de ternera para que saquen filetes. Yo -que no soy ni siquiera cocinera aficionada- he fileteado carne bastantes veces en mi vida. Esta gente -salvo excepciones- parece que nunca vieran un trozo de carne. Y decidieron maltratar la ternera.

Golpes antes de hacer los filetes, cortes en sentido diferente al que deberían hacerse, mini filetes, cortes desiguales... A la vista de eso ya nos poníamos en situación de que lo que prepararan no tendría parecido ninguno con un cachopo. Ni tradicional ni de vanguardia, con ninguno.

Y empezó el descalabro esperado. Todos se empeñaron en añadir champiñones al cachopo, imagino que por sugerencia de quien les dijo cómo se hacía. Vale que es un ingrediente presente en algunos cachopos, pero no es el principal (filete de ternera, jamón serrano y queso que funda). Tanto que unos hicieron champiñones rellenos con picadillo de ternera y algo que a mi me recordó a los flamenquines. Luego llegó el turno de la calabaza. 


En mi vida -20 años comiendo cachopo me avalan- he visto echar calabaza a un plato en que haya un cachopo. Patatas, pimientos, ensalada, incluso manzana sí. Calabaza nunca jamás. Y se desató la cólera de los asturianos en las redes sociales, mientras los subpajarianos (los que vivís del Pajares hacia abajo) nos veían como puretas y remilgados.

¿Os imagináis que un concurso gastronómico vaya a Valencia y haga un arroz tres delicias y diga que eso es paella? ¿O que en Madrid les pidan hacer un cocido y les planten un humus? Pues eso es más o menos lo que hizo Cocineros al volante en su primer programa. Y aún no he entrado en los tortos.

Los tortos es un plato que se hace con una torta de harina de maíz sobre la que se disponen otros ingredientes con gran carga calórica. Los míticos son de picadillo de cerdo o chorizo. Se coronan con un huevo frito y se acompañana de patatas fritas. Vamos, una bomba de colesterol.

Los tortos de Cocineros al volante tenían un agujero -como el de los donuts- y ni gota de grasa. Encima les pusieron huevos revueltos con Cabrales (que está muy bueno, pero tenemos otros 39 quesos que están tanto o más ricos) y acompañando un sorbete de manzana. Vamos una versión light de algo que lleva harina de maíz.


El post se me está eternizando, pero no puedo dejar de mencionar que la presentadora -que hasta donde yo sé es asturiana- dijo que la sidra se hace en bodegas (de lo de chillar todo el programa ni hablamos) y un cocinero del jurado, vasco para más señas, se refirió a la sidriña. Que no sé en su tierra, pero en Asturias eso no existe. 

Lo de ponerles a hacer algo parecido a escanciar echando 'culines' que ni los que saco yo de grandes y verterlo luego en una jarra medidora va muy bien contra la labor educadora que hacemos todos los veranos de insistir en que no hay que reposar la sidra y beberla de golpe. Manera de desperdiciar sidra Trabanco.

Lo dicho, que cuando se les ocurra volver a Asturias a cocinar platos de aquí que consulten a un asesor gastronómico de la zona. O a cualquier paisano que encuentren por la calle, vamos.

Ya me contará alguien quien gana. Yo de momento voy con los guiris de Somewhere café y Carlos y su padre, que hicieron lo más parecido que vi a cachopos.

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