miércoles, 1 de julio de 2015

10 cosas que Masterchef tiene que cambiar para que siga viendo su cuarta temporada

Hay (y veo) realities de todo tipo aunque reconozco que mis favoritos son los gastronómicos. Ver a gente preparando comidas más o menos deliciosas me chifla (y me da hambre) así que os podéis imaginar que me he tragado buena parte de los realities norteamericanos, los que llevan delantera en este tema, así que cuando empezó Masterchef en España hace tres años me enganché y hoy tengo ojeras por ver a Carlos ganando la tercera edición.

Sigo enganchada, pero os aseguro que después de esta tercera temporada el entusiasmo ha descendido bastante. Son muchas las cosas que son mejorables, y ya de las comparaciones con los otros Masterchef que hay por el mundo son odiosas. Todo sea por una cuarta temporada más llevadera.

-La duración. Los programas de Masterchef no duran menos de dos horas y la final superó las tres. El adelanto del prime time de La 1 parece que no funcionó y ahora colocaron un programa entre El tiempo y Masterchef, así que el reality culinario no empieza hasta pasadas las 10 y media de la noche. Si echáis cuentas es imposible acostarse antes de la 1 de la mañana y si trabajas al día siguiente no es muy llevadero. Si en la cuarta temporada sigue durando cada programa más de dos horas necesitamos una pausa publicitaria para ir al baño. ¡Lo necesitamos!

-El ritmo. El programa tuvo algo de ritmo en su primera edición, pero a partir de ahí la ha ido perdiendo. Lo de esta última temporada ha sido arítmico total. Se repiten cosas, se eternizan, todos opinan de todo sin necesidad y tú a medianoche empiezas a pegar dar cabezazos en el sofá. Con fijarse un poco en cómo editan en Quien quiere casarse con mi hijo les bastaría para saber qué hacer.

-Las pruebas. Llegan a aburrir. En cada episodio hay tres pruebas y se vuelve insufrible, sobre todo cuando hay muchos concursantes. Ver los platos y evaluaciones de todos ellos por parte de cada uno de los jueces se hace eterno. En Masterchef USA se seleccionan las evaluaciones y hay concursantes a los que apenas conoces cuando se van.

-Los chefs invitados. A mi me encanta ver a chefs españoles (y de otros países) en Masterchef, pero me agota cuando llevan a 30 chefs y recitan las estrellas Michelín que tienen como si fuera la lista de los Reyes godos. Otros cinco minutos que ganamos si se omite eso.


-Dramas personales. No los queremos. La audiencia ve Masterchef para ver a gente cocinar, si quiere dramas personales se pone Gran Hermano o simplemente ve El Telediario. La tercera temporada de Masterchef ha sido la más culebronera. Todos nos sabemos al detalle que uno era huérfano, otra fue cuidada por sus tíos... Son cosas que no influyen (o no deben) en el desarrollo del programa y lo hacen insoportable por momentos.

-La publicidad. Tiene que ser más discreta (o desaparecer). Los cuchillos de Masterchef, el curso de cocina online de Masterchef, la aplicación de Masterchef, la tableta de Masterchef, el juego de mesa de Masterchef, el libro que publicó el anterior ganador de Masterchef. A esto súmale el supermercado patrocinador (¿a que nadie sabemos que es El Corte Inglés) y 'lo electrodomégtico' y puede que me haya dejado algo. Para hacer el ridículo de esta manera volver a permitir publicidad en Tve.

-No más villanos. Vale que las pullitas molas, que las broncas generan tuits, pero tener a un concursante (sí, Sally) diciendo varias veces en cada programa que tiene un archienemigo que quiere eliminar y al que llegó a decir que odia no funciona. Hace que la gente se posicione no solo contra ella, sino también contra el programa por permitir esas declaraciones. Que es montaje lo sabemos (ver aquí), pero es completamente innecesario.


-La repesca. Desde la primera edición hay repescas de concursantes cuando el reality ya está avanzado y es una forma de estirar una semana más Masterchef. En todas las ocasiones el repescado se ha ido a la primera de cambio. Y en caso de repescar reperscarnos a las abuelas, que son las que molan de verdad.
 
-La Marca España. El ejército español, la moda española, los VIPS de Tve, la flor y nata española de Marbella, de Ibiza o de Ribadesella. Eso aburre y no es una forma disimulada de vendernos la Marca España. Y no solo eso, sino que provoca rechazo. Y ya las entrevistas, reportajes y 'tonterías' asociadas a todo esto agotan. Si lo quitáramos nos ahorraríamos tranquilamente media hora de programa. Y lo agradeceríamos.

- El jurado. Esto es como lo de que un periodista nunca debe ser noticia, pues ni Pepe ni Samantha ni Jordi tienen que ser protagonistas, mucho menos Eva. Y si quitamos todas esas cosas también ganamos minutos.

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