jueves, 6 de agosto de 2015

Qué no hacer para que la dieta funcione

El mundo de las dietas es algo que me fascina casi tanto como asquea. La primera vez que me pusieron a régimen fue con 13 años y desde entonces no he dejado de estar a dieta en mi vida. Las he probado casi todas y si me hicieran un examen para ser nutricionista estoy convencida de que sacaría una notaza, igual (o mejor nota) que algunos que ya lo son. 

Y aún así no se notan los resultados. Por eso este post no va a ser el mítico sobre dietas. No te dice lo que has de hacer para bajar de peso. Todo lo contrario, te recomienda qué no hacer si estás pensando en ponerte a dieta y quieres que funcione. Además, es un decálogo que siempre queda más cuqui.



1. Empezar la dieta el lunes. O el día 1. Qué tontería, el día en que empiece una dieta. No, no lo es. Nuestro subconsciente es muy cabrón, sobre todo cuando estamos a dieta. Cuando además de volver a madrugar y a trabajar tú le cortas los carbohidratos de golpe se enfada.Y mucho. A eso súmale la presión previa por ver que se acerca ese primer día y el estrés por pesarte todos los lunes. Te amargará los domingos.

Si empiezas la dieta el lunes puedes bien  llevarlo el primer día, el martes acabarás pecando. Acaso, ¿por qué piensas que en Telepizza hay ofertas todos los martes? Porque si la ponen el lunes resistimos, al día siguiente caemos. El miércoles es un buen día para empezar, cuando el cuerpo ha entrado en la rutina semanal y cuando aún te quedan un par de días para llegar al fin de semana y los excesos que tanto trabajo cuesta evitar.


2. Sigue a blogueras healthy life. De esas blogueras que aconsejan sobre nutrición sin haber pisado en la vida una consulta ya os hablé aquí y es uno de los fenómenos de la blogosfera que más me cabrea. Por lo general (ojo que digo en general, no entro en casos específicos) no se han puesto a dieta nunca, nunca les han sobrado más de cuatro kilos (si es que alguno les ha sobrado) y no tienen ni idea de lo que dicen.

Han leído cosas, han visto vídeos y se obsesionan con todo lo que lleva avena y la etiqueta de healthy o light. Lo dicho, nadie puede recomendarte salsas comerciales y refrescos con azúcar y gas cuando quieres llevar una vida saludable.

3.  Mira Instagram y Pinterest. Son muchos años de dieta, antes incluso de que existieran las redes sociales, y os aseguro que no hay mayor tentación que ellas. Puede que sea tu subconsciente jugándote una mala pasada o que todas las personas a las que sigues hayan visto que se les despertaba la vena repostera coincidiendo con tu dieta.

Es un auténtico infierno ver fotos y fotos de cupcakes a la hora de merendar cuando tú tienes un café con dos biscotes de pan integral y bajo en sal. Ni hablar de los cheat meat que consisten en irse al McDonald's a ponerse ciega de patatas y culminarlo con un McFlurry. Y encima para cenar, que no hay quien queme esa grasa... Ellos no entienden que no hace falta que no lo publiquen, así que evita la tentación no viendo sus fotos.


4. Ir a hacer la compra. Si vives con otras personas deja que ellos hagan la compra encargándoles lo que necesitas. Si tienes que hacerla tú opta por la vía online, porque es más fácil que no piques haciendo clic que caminando entre bolsas de patatas fritas para llegar a la pescadería.

Procura no comprar cosas que no están permitidas en la dieta (lo justo para las visitas o para las otras personas que vivan contigo). Que aún así puedes seguir con antojo de chocolate pero si no lo tienes a mano te obligarás a vestirte, salir a la calle, comprarlo y volver a casa. ¿Que lo haces? Al menos te has dado un paseo y alguna caloría habrás gastado.

5. Comprarte ropa de una talla menos para cuando adelgaces. Es de lo más contraproducente que existe en el mundo de las dietas. Y además es una forma de frustrarte y desperdiciar el dinero. Cómprate la ropa que te sirva y si adelgazas te la vuelves a comprar (o la arreglas que no está la economía para andar malgastando).

Embutirte en unos vaqueros que son una (o dos) talla menos pensando que en un mes te quedarán perfectos es absurdo y hasta un riesgo para tu salud. ¿Sabes el daño que hacen en los michelines cuando tienes que tirarte en la cama para poder abrochar la cremallera? Yo sí.

6. Buscar apoyos y felicitaciones de todo el mundo.Vale que está bien que la gente de tu entorno te apoye y te diga lo guapa que te estás quedando al perder kilos. Pero no hace falta que se lo cuentes al carnicero, al que te encuentras en el ascensor y a los 1.324 seguidores que tienes en Twitter. Se cansarán de ver fotos de tu báscula.

De la empatía se puede pasar muy rápidamente al desprecio y más aún, a la indiferencia. Si estás estupenda ya te lo dirán. Y si no lo hacen es porque son unos envidiosos. No lo dudes.


7. Hacer dieta con otras personas. A partir de aquí vamos a dejar una cosa clara: la dieta es cosa tuya y de nadie más. Tu cuerpo es de una manera diferente al de otros. Tú igual tienes que adelgazar 10 kilos y tu amiga dos. Ella igual tiene las tardes libres para ir a caminar y a nadar y tú te las pasas en una oficina con el culo haciendo callo en la silla.

Si ella baja más que tú te va a parecer mal. Si ella se salta la dieta y sigue adelgazando te va a parecer mal. Si tú te saltas la dieta y ella no te van a dar remordimientos de conciencia. Si a ella le queda mejor que a ti el vestido que a las dos os gusta vas a salir de la tienda directa al kiosco a hundir las penas entre Conguitos.

8. Apuntarte al gimnasio con una amiga. Se aplica todo lo dicho en el punto anterior. Y ten en cuenta que tú nunca vas a ser la que adelgace más rápido, a la que le cueste menos esfuerzo ni la que parezca una bailarina de Chayanne en las clases de zumba. La vida es dura. Asúmelo.

9. Subirte a la báscula a diario. Mi relación con ese aparato del infierno es de no confrontación. No la uso y así no tengo que cabrearme con ella. Eso tampoco es bueno, pero es mucho peor pesarte todos los días para ver si ayer adelagazaste 100 gramos o cuánto has engordado a costa de haber pasado delante de un Kebak y no haber podido escapar al olor que salía de allí. No te obsesiones.

10. Creer en los milagros. No existen ni las dietas milagro, ni las pastillas milagro ni los batidos proteícos milagro. Y si existieran los milagros se usarían para cosas más importantes que para adelgazar.

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