miércoles, 9 de marzo de 2016

Lo que nadie ve cuando pone/renueva casa

Cambiar de casa, comprar una o reformar la que ya tienes incluye más cosas que la mudanza o la compra de muebles. Hay toda una serie de pequeños detalles en los que nadie se fija.

Bien porque se dan por hecho o porque no creemos que tengan tanta importancia.

El problema es que cuando ya tienes la casa puesta a tu gusto es cuando te das cuenta de los errores y querrías ponerla patas arriba para arreglarlo.

Pero ya no te quedan fuerzas ni dinero, probablemente.


Es lo que me pasa a mi, que a veces me pillo unos cabreos que son monumentales. Y me cabreo conmigo misma porque son culpa mía.

-Dónde poner los enchufes. Este es uno de mis quebraderos de cabeza. Tengo muchos enchufes, no es ese el problema. Su ubicación dentro de las habitaciones es lo que me trae de cabeza.

En mi antigua casa -casa de los padres- los enchufes de las habitaciones estaban a ras de suelo así que yo di por hecho que la constructora que hizo mi piso también los pondría ahí.

¡Error! Están todos en medio de la pared, en la parte superior de la mesita. Y vale que ahí no son muy problemáticos, pero es que los de la oficina también.

Y no hay manera de ocultar los cables que se ven por media pared -si tenéis sugerencias son más que bienvenidas-, con los que tropiezo y maldigo casi todos los días. Sobre todo cuando voy aún medio dormida.

-Una casa necesita espejos. Al menos uno de cuerpo entero. No soy pretenciosa y no me paso el día mirándome al espejo, así que con los de los baños y uno del armario de la habitación yo creía que tuviera suficientes espejos.

Ilusa de mi. Jamás veréis un selfie de cuerpo entero mío porque no tengo un espejo en que poder hacerlo. Pero que tampoco me los hago. El problema es que hay días que me visto sin saber si la ropa realmente coordina en la realidad tanto como yo creo en mi cabeza.


-Líneas de teléfono y televisión. En lo de poner línea de teléfono en las habitaciones estuve espabilada, pero no me fijé a que altura iban a estar. Pues junto a los enchufes, a la altura de las mesitas de noche.

Peor es lo de los enchufes de la tele, porque ahora la gente es muy moderna y ancla las televisiones a la pared. A mi no me gustan ahí suspendidos y menos aún en todas las habitaciones. 

Pues los tengo en medio de la pared de la cocina y de dos habitaciones. Menos mal que el del salón está un poco más bajo.

-Paneles solares y contrato de gas. Esto de usar la luz para calentar el agua de las casas está muy bien, es genial. Y en mi casa funciona a las mil maravillas. El problema es que si tienes paneles solares que te garantizan agua caliente, ¿qué sentido tiene que la calefacción sea de gas?

Pues eso pienso yo desde hace dos años. Con lo bien que van los radiadores eléctricos, ¿para qué poner los de gas y tener que pagar el contrato todo el año cuando le vas a dar uno un par de meses en invierno? Mirar bien los suministros y los contratos antes de firmar.

-La iluminación. Esto es culpa mía, única y exclusivamente. Que me dejé llevar por lo bonitos que son los focos de luz en el techo. Lo que no me fijé es en la potencia que tenían ni en que no era buena idea anular la luz del mueble porque el mueble que me gustaba (no te lo perdonaré nunca, Ikea) no tenía hueco para ellos.

La consecuencia es que me acabo maquillando prácticamente sin luz, así que me cojo un espejo de mesa y me voy a pintar a la oficina. Tal cual lo leeis. Pero bueno, ventajas de vivir sola: nadie -salvo cuando leáis esto- se ríe de mi.

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